Ángela María Crespo

ÁNGELA MARÍA CRESPO angela3260@hotmail.com 

-obra-
En realidad mi trayectoria no data de tantos años. Tengo corta vida como ceramista.
 Desde hace casi treinta años me dedico a enseñar a leer cartas, postales, tarjetas de felicitación, a escribir palabras (procuro que sean bonitas), y también dejo que me instruyan: soy maestra escuela de educación de personas adultas.
Pero el barro tiene vida.
Jamás hubiese imaginado que llegaría a trabajar con barro. Cierto es que siempre me sentí atraída por las diversas manifestaciones artísticas: dibujaba letras, escribía números, pintaba cosas…
Pero no hace mucho me captó con mucha fuerza e intensidad la cerámica. La persona responsable de esto fue mi compañero, Luis. El barro empezó a constituir para mí todo un mundo nuevo, lleno de misterios y dudas, pero sumamente atractivo, quizás por el contacto manual con la materia -siempre las manos-  con la que se trabaja, en trato más pleno y directo.
Y me formé como  ceramista en la Escuela de Arte de Sevilla.
Quizás, y debido a mi profesión,  por el contacto tan estrecho con las mujeres, con sus vivencias, aflora en mí esa sensibilidad hacia ellas, subida, no exenta de dificultades en una época en la que las mujeres fueron el sustento económico de todas las familias: miles de mujeres trabajaban en torno a los años sesenta en los almacenes de aceitunas de la localidad, en Dos Hermanas. Por ello, mi primer trabajo consistió en homenajearlas realizando una serie de figuras de pequeño formato utilizadas como elemento identificativos de la Concejalía de la Igualdad: “Mujer almacenera”
Mi obra es la expresión creativa destinada a la consecución de la tan anhelada igualdad de género. Mi trabajo es un proyecto unitario donde las piezas individuales encajan en un todo: la vida y el arte.
 “Las pequeñas piezas encajan en un todo, se disponen juntas sobre su soporte, agrupándose y  abrazándose  en función de un lugar y un tiempo vivido, donde ser mujer en muchos lugares es difícil, haciendo frente a una sociedad conservadora que sigue relegándola a una posición de sumisión y de inferioridad, arrinconada en funciones marcadas de las que no puede salir. Pero  juntas las figuras desenmascaran estereotipos, desplazan categorías y jerarquías. Continúa la lucha de las mujeres por su liberación.”